¿Por qué amamos asistir a eventos?
No importa si eres un ávido de conocimiento, un curtido networker, un profesional introvertido, o un fanático de marca—todos experimentamos la misma emoción cuando nos registramos en un evento.
Aunque vivimos en un mundo fuertemente conectado donde el intercambio de información ocurre más rápido que el parpadeo de un ojo, todavía preferimos las interacciones cara a cara.
¿Cuál es la razón por la que la gente atiende los eventos?
Numerosos reportes y papers de investigación han intentando hallar la respuesta a esta pregunta. En un intento de explicar el irresistible carácter de los eventos, tanto analistas como investigadores han obtenido una lista de argumentos.
Uno de ellos gira alrededor de la transferencia de conocimiento que toma lugar durante los eventos. Vemos el contenido como la pieza central de un evento exitoso. Tanto la calidad de los tópicos y la autoridad de los oradores representa una fuerza determinante que impulsa a la gente a inscribirse.
Otro argumento involucra el acceso al inmenso pool de contactos y posibilidades de networking. Uno de nuestros principales motivadores como asistentes es socializar con otros participantes y construir conexiones significativas.
La tercera razón por la que los eventos son tan irresistibles tienen que ver con el hecho de que el destino es único. Además de intercambiar conocimiento y perseguir prospectos potenciales, asistimos a los eventos para disfrutar los sabores locales (literal y figuradamente) de un lugar,
Todos estos argumentos parecen legítimos.
¿Parece que hay algo todavía ausente? Es como si apenas hubiésemos rasguñado la superficie de las motivaciones reales que guían a los profesionales para escoger eventos como un ambiente de interacción.
No puedes luchar contra la naturaleza humana
Aparte de intentar entender las razones detrás de lo que hace a los eventos tan exitosos, investigadores han concluido otra categoría que define estas motivaciones a través del lente de la edad.
Los milennials gustan más de hacer redes y requieren de configuraciones diferentes a la de la generación X. Al mismo tiempo, la generación Z es motivada por otros factores completamente aparte de los milennials cuando se trata de decidir atender a un evento.
Mira, no hay nada malo en buscar una forma de explicar las motivaciones detrás de la asistencia de un evento.
Sin embargo estamos complicando todo y buscando demasiado sin de hecho entender lo básico primero. Decir que nos gusta atender a eventos porque nos gusta el contenido educacional o las oportunidades de networking es lo mismo que decir que el marketing ayuda a la gente a tomar decisiones racionales.
Obvio, tanto el aprendizaje como el networking en los eventos son factores clave, y no tiene nada que ver con nuestra edad o pericia.
Esto es algo fuertemente incrustado en nuestro ADN.
Nos gusta atender a los eventos porque todos, bueno, somos seres humanos.
La interacción es un componente natural del comportamiento humano, y los eventos son irresistibles plataformas para las interacciones cara a cara.
Déjame explicar usando una analogía.
El caso de las redes sociales
Es impresionante como las redes sociales cambiaron nuestra cultura y la dinámica de la interacción. Algunas personas lo consideran una forma de alteración social, mientras otros se preocupan por los efectos que pueda tener.
Pero nunca hemos dejado de considerar que de hecho hemos estado usando “redes sociales” por más de 2000 años.
“¿Cómo?”, estarás preguntando.
Como Tom Standage, editor jefe de The Economist explica en uno de sus libros, muchas de las formas en que compartimos y consumimos en la era de internet están construidas sobre los hábitos y convenciones que datan de hace siglos.
Los usuarios de redes sociales no solo consumen información pasivamente, también participan creándola. Como resultado, hemos construido un entorno social compartido y un sentido de membresía en una comunidad distribuida.
Con esto en consideración, Standage formula la siguiente pregunta: “¿qué hace a todo esto tan fácil de disfrutar y atractivo, y por tanto, tan popular?
La respuesta no tiene nada que ver con la evolución de la tecnología o el internet.
Como Standage anota, la atractiva naturaleza de las redes sociales, puede ser entonces trazada a la evolución del cerebro social, como los monos y otros primates que evolucionaron durante los últimos 35 millones de años; en parte al intercambio de chismes siguiendo la emergencia del lenguaje humano, alrededor de hace 100.000 años; y en parte a los orígenes de la escritura, hace unos 5,000 años.
Compartir y comunicar es humano.
A lo largo de la historia, tenemos evidencia de personas intercambiando información (escribiendo en paredes o piedras) y con un imparable interés por el chisme.
La única diferencia que el networking y las redes sociales han logrado es escalar y reforzar esta tendencia biológica que los humanos tienen por comunicar y compartir.
Atender eventos como parte de quiénes somos
De la misma manera que las redes sociales liberaron un comportamiento básico que la gente mostraría naturalmente, asistir a eventos aparece como una respuesta a nuestra imperiosa necesidad de congregarnos.
Como Simon Sinek señala en una de sus charlas, aunque nuestras herramientras y entornos están en constante evolución, nosotros como humanos permanecemos igual: nuestras acciones son dirigidas por nuestras mismas motivaciones básicas.
Solo piénsalo un momento: ¿qué hicieron nuestros ancestros para incrementar sus posibilidades de supervivencia?
Se reunieron y construyeron estructuras sociales básicas para tener seguridad y acceso a la comida. Consecuentemente, estas configuraciones iniciales tomarían la forma de sociedades más grandes, añadiendo complejidad y un más alto nivel de organización.
No ha habido una cultura o sociedad histórica que refuerce la soledad. Los eremitas fueron un fenómeno extraordinario, y solo algunos se aventurarían a alejarse de sus grupos.
Aunque hemos evolucionado y nuestros entornos y medios son drásticamente diferentes, nuestras necesidades básicas siguen siendo las mismas.
Nuestra naturaleza nos condiciona a rodearnos de nuestros pares, intercambiar ideas, y construir comunidades sobre necesidades e intereses.
Siguiendo esta teoría, atender eventos se presenta como parte de lo que somos.
De la misma forma que nuestros ancestros se reunirían en ágoras para oír a los filósofos griegos, nos reunimos en conferencias y convenciones para oír a líderes de industria y grandes oradores.
Hoy en día, tenemos acceso a ambientes online y a la posibilidad de ser asistentes virtuales de un evento. Tenemos los mismos privilegios como asistentes en vivo: escuchar oradores sobresalientes y adquirir interesantes perspectivas. Y ahora tenemos la oportunidad de hacer engagement con grandes profesionales a través de las plataformas de redes sociales.
No obstante, rehusaremos escoger el confort de nuestro hogar u oficina al tiempo que interactuamos en línea con otros contenidos y personas. Preferimos asistir a eventos y enriquecernos con experiencias vivas.
Resumiendo
La posibilidad de aprender, conocer grandes profesionales, y disfrutar destinaciones únicas son todos factores decisivos que influencian a la gente a asistir a eventos. Por eso es que nosotros, como planeadores de eventos, debemos concentrarnos en proveer el mejor contenido, networking y posibilidades de experiencia para nuestros asistentes.
Pero también es importante considerar la motivación más profunda que insta a los profesionales a registrarse y participar en experiencias en vivo.
La necesidad de congregarse e interactuar con partes constituye la espina dorsal de toda la industria de eventos. Es una parte innata de la psiquis humana. No importa cuántos eventos y qué tan tecnológicamente sofisticados lleguen. La inherente necesidad de atender y formar grupos nunca cambiará.
Sabiendo esto, nosotros como organizadores deberíamos dejar de perseguir la última modalidad de encuentro o tecnologías correctivas. En vez de ésto, deberíamos concentranos en crear experiencias genuinas que potenciarán y aprovecharán esta tendencia básica humana de reunirse.
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